Ciudad romana de Flaviobriga (Castrourdiales, Cantabria)

RAMOS SÁINZ, M.L., 2006: «Tégulas e ímbrices procedentes de la excavación realizada en la c/ Ardigales, 5-7 (campaña arqueológica 2000) y del seguimiento arqueológico c/ Santander (2002-2003) «, en Intervenciones arqueológicas en Castro Urdiales. (Cood.  Rasines, P. y Morlote, J.M.) Tomo 1. Edt. Ayuntamiento de Castro Urdiales , pp. 316-322.

 

En Castro Urdiales, desde hace varios años, vienen desarrollándose trabajos de excavación arqueológica, como resultado de la superposición de la actual ciudad, sobre la antigua de época romana.
En estas campañas de excavación que hacen referencia a las investigaciones realizadas en una calle de Flavióbriga, colindante con una domus, aparecieron innumerables fragmentos de tégulas e ímbrices. Pedro Rasines, su descubridor, conocedor de mi interés por todo lo relacionado con los materiales cerámicos de construcción en época romana, se puso en contacto conmigo, para que los analizara.
Este año, el Ministerio de Educación y Ciencia nos ha concedido un proyecto de investigación, para analizar todo estos ejemplares en la Cantabria romana. La investigación qu8e nos ocupa, forma parte de dicho proyecto titulado: “Los materiales cerámicos de cubrición en la Cantabria romana: propuesta de experimentación (Ref. HUM2006-11101).”
Nuestro trabajo de investigación enlaza, hoy en día, con una de las corrientes más desarrolladas dentro del campo de la arquitectura romana, como es el estudio de la edilicia, sobre la base de sistematizar las técnicas antiguas de construcción y sus elementos más representativos.

LOS MATERIALES DE CUBRICIÓN

Hasta la fecha hemos analizado aproximadamente un centenar de fragmentos de tégulas e ímbrices, procedentes de las excavaciones arqueológicas efectuadas en la c/ Ardigales, campaña del 2000 y del seguimiento arqueológico en la c/ Santander campañas del 2002 y 2003.
Además de estos fragmentos hemos contado con dos ejemplares completos, uno de tégula procedente de la c/ Santander y otro de ímbrice descubierto en la la c/ Ardigales. Ambos nos han permitido conocer el módulo de estas piezas en la colonia de Flaviobriga. La mayoría de los materiales aparecidos en la excavación de la calle Ardigales, 5 -7, nos remiten a época bajo-imperial mientras que los recuperados en el seguimiento arqueológico de las obras de saneamiento de la calle Santander se distribuyen desde el siglo I al IV d.C.

TEGULAS

Los resultados obtenidos de su estudio nos dan las siguientes conclusiones. La tégula tiene unas dimensiones de (47.7 cm. x 37.7 cm. x 2.9 cm.) y un peso de 9 kg., (figs. 1 y 2). Se trata de un ejemplar un poco más pequeño que la bipedalis descrita por Vitrubio, que venía a medir dos pies, es decir, unos 59.4 cm. de largo por 44.5 cm. de ancho.

Si comparamos dicha tégula con otros ejemplares analizados por nosotros en las termas de Labitolosa, en Huesca (Ramos, 1999, 263-275), construidas a mediados del s. I d. C. y luego abandonadas a finales del s. II d.C., que tienen unas dimensiones de (56 cm. x 33 cm. x 4.1 cm.), o la de las termas de Maliaño, fechada de la segunda mitad del s. I a finales del s. III d.C. y que tiene un módulo de (46.2 cm. x 35.5 cm. x 2.3 cm.).
Observamos que las tejas de (Cantabria ofrecen mayores semejanzas en su módulo, que la de Huesca, y ello podría deberse a que se trate de ejemplares de época tardía, probablemente fechados entre los s. III y IV d. C., mientras que la de Labitolosa corresponda a un momento anterior, en torno al s. I d.C. o mediados del s. II d.C.

Fig 1 y 2.- Anverso y reverso de la tégula descubierta en el seguimiento arqueológico del año 2003 en la calle Santander (Castro Urdiales).

Hay que destacar en la tégula de Flaviobriga un elemento singular, que no hemos tenido ocasión de ver en ningún otro ejemplar. Se trata de sus escotaduras inferiores (1) donde presenta un pequeño rebaje en forma de círculo horadado (fig. 3), que podría funcionar a modo de embrilla sobre la que se ajustaría la escotadura superior (2) de una tégula que cabalga sobre ella con unos círculos similares, pero en relieve, de tal modo que pudieran ajustarse para asegurar su fijación.

Fig 3 y 4.- Detalle de la escotadura inferior con hembrilla. – Digitaciones con circulos concentricos de la tégula descubierta en el seguimiento arqueológico del 2003 en la calle Santander (Castro Urdiales).

En Salèlles d´Aude (Narbona) vemos un caso parecido, allí Laubenhaimer (1999, 21) excavó una oficina de producción cerámica en la que se manufacturaban también materiales constructivos. Entre estos materiales destacó una abundante producción de tejas que están bien fechadas en dos períodos diferentes. Un primer momento, en los inicios del s. I d.C. las tégulas tenían unas dimensiones de (60 cm. x 44.5 cm. x 3.1 cm.) y pesaban 16 kg. Y un segundo momento en el s. II d. C. en que medían (53 cm. x 41.3cm. x 3.2 cm.) y pesaban 10 kg. Es decir, a medida que el tiempo transcurría se iban realizando tejas más pequeñas y por lo tanto más ligeras.
Otros elementos de estudio en las tégulas son sus pestañas o rebordes, que pueden tener una forma más cuadrada o más redondeada y ello hace referencia al modo de fabricación de las mismas a lo largo de los años. Algunos autores se han comprometido en el estudio de los tipos de rebordes (Chauffin, 1956; Cardoso 1971) intentando mostrar una tipología que ofreciera datos arqueológicos, pero sus intentos han sido fallidos. Sencillamente, hasta que no dispongamos de más tejas completas, por el momento establecer una clasificación es complicado.
Nosotros mismos, en la ficha de estudio solemos analizar también estos datos, pero por el momento su análisis ha resultado infructuoso. Sólo podemos aventurar que en Maliaño se observaron dos tipos muy diferentes de rebordes, unos eran de sección redondeada con el grosor de la tégula más ancho, con una medida de 2.7 cm. y el otro de sección cuadrada ofrecía un menor grosor en la teja en torno a 1.9 cm.
El tipo de sección redondeada es lo que J. Chauffin (1956), relacionó con los ejemplares que han tenido una mayor perduración a lo largo del tiempo, y que él fechó en un amplio margen cronológico, desde el s. I d.C al s. VIII d. C. aproximadamente, momento a partir del cual dejan de usarse las tégulas en detrimento de los ímbrices (Ramos, 2000, 33). Sin embargo las pestañas cuadradas ser circunscriben a los primeros siglos del imperio y dejan de usarse en el s. III d.C.
Para verificar estas hipótesis sometimos ambos tipos a un análisis de termoluminiscencia, al objeto de saber si ambas tejas representaban épocas diferentes. Los resultados fueron inesperados, ambas piezas fueron fechadas en la segunda mitad del s. III d.C.
También se analizan las escotaduras de las tégulas. Para ello se miden. Queremos comprobar si nuestras escotaduras coinciden con el modelo galorromano, en el que a partir del s. III d. C. las tejas planas tienden a disminuir su grosor y las escotaduras se hacen más grandes. De momento no hemos encontrado elementos concluyentes en este sentido.

Otro elemento de estudio en las tejas son las digitaciones que suelen presentar en su cara anterior (fig.4). Estas marcas, que en nuestra opinión corresponden a marcas de producción(3) son muy variadas. En las termas de Maliaño observamos seis tipos diferentes que nos han ayudado a hacer una clasificación (Figs. 11 a 15). En ocasiones, también aparecen digitaciones en la cara inferior de las tégulas (Ramos, 2003, 177, figs,8 y 9 ), pero éstas tienen otra finalidad, que es la de que se agarren mejor a la cubierta, ya que en la mayoría de los casos iban colocadas sin mortero.

En Flaviobriga la tégula completa ofrece en su cara anterior una marca del tipo lb(4), con forma de círculos concéntricos. Otros ejemplares fragmentados ofrecieron el mismo tipo de marca (nº inv. 13410/96, 13.414/257, 13.414/258, 13419) la tégula nº 8410, mostró otra marca diferente, la de tipo 2b de semicírculos cortados por líneas transversales.

Hasta la fecha sólo hemos visto un ejemplar (nº inv. 13414/260) que presente digitaciones en su cara inferior, y estas son del tipo 3b, líneas formando ochos.

Por último existen en Flaviobriga algunos ejemplos de tejas singulares, como la que tiene la impronta de una caligae o sandalia (figs. 5, 6 y 8). No es raro encontrar tejas con improntas de pisadas, ya que una vez elaboradas se dejaban secar al aire libre, lo que en muchos casos ocasionó estos accidentes. La teja de Castro Urdiales muestra una huella muy tenue (fig. 7), pero ello se debe a que fue pisada cuando estaba prácticamente seca. Otro detalle de interés que muestra este ejemplar es un orificio situado en la parte superior de la tégula. Muy probablemente éste se hizo con un clavo de sección cuadrada, cuando la teja estaba en crudo. Este tipo de orificios se han encontrado en algunas tejas planas, que probablemente se situaron coronando el tejado, por lo que era necesario utilizar un elemento de fijación extra.

ÍMBRICES

Entre los ímbrices estudiados destaca el que apareció completo en la c/ Ardigales. Sus dimensiones son (48cm. de largo x 12 cm. de ancho en la zona más estrecha y 17 cm. en la zona más ancha x 1.9 cm. de grosor).

Presenta una serie de digitaciones longitudinales cortadas por otras transversales, tipo 5b.
El resto de los fragmentos estudiados sólo nos aportan información sobre su grosor, haciendo una media entre todos ellos sale un promedio de 1.6 cm.
Respecto a las marcas localizadas, la mayoría están situadas en su reverso lo que produce una superficie rugosa en la teja para que se agarre mejor a la techumbre, tipos 6b (n° inv. 13420; 13414 / 259) de líneas curvas en forma de C. En dos casos aparecieron digitaciones en el anverso del ímbrice, siendo ambas del tipo 6a (13420; 13419 / 2634) de líneas longitudinales.

CONCLUSIONES

Para finalizar hay que decir, que de momento el estudio de las tégulas e ímbrices de Flaviobriga no ha hecho más que iniciar su andadura, por lo que esperamos poder ofrecer unas conclusiones más enjundiosas a medida que nuestro proyecto de investigación avance.
Queremos establecer una base de datos donde clasifiquemos todo el material constructivo analizado hasta la fecha, al objeto de poder obtener unos datos concluyentes, respecto al módulo de cada tégula e ímbrice. Así podremos verificar la hipótesis de que las tejas más gruesas puedan corresponder con los momentos más antiguos y las menos gruesas con los más modernos, tal y como ha venido analizando Chauffin (1956, 87) para el modelo galorromano.

BIBLIOGRAFÍA

CARDOSO, A. (1971): «Subsidios para o estudo das telhas romanas», 202-207. Revista de Facultade de Letras, II, Porto.
CHAUFFIN, J. (1956): «Les tuiles gallo-romaines du Bas-Dauphiné», 81-88, Gallia, XIV, CNRS, Paris.
LAUBENHAIMER, E (1990): Salléles d’Aude. Un complexe de potiers gallo-romains: le quartier artesanal, DAF, n°26, Paris.
RAMOS, M. L. (2003): «Tejas romanas procedentes de las termas romanas de San Juan de Maliaño (Cantabria). Estudio analítico y experimental», 173-191, en CAEAP veinticinco años de investigaciones sobre el Patrimonio Cultural de Cantabria, Edt. Ayuntamiento de Camargo, Santander.
RAMOS, M. L. (2000): «La cerámica de aplicación arquitectónica desde época protoibérica hasta época visigoda (ss.VII a.C.- VIII d.C.)» en La Ruta de la cerámica, edt. Alicer. Castellón.
RAMOS, M. L. (1999): «El material de cubrición procedente de las termas n° 2 de Labitolosa (La Puebla de Castro, Huesca)» 263-276, Revista d’Arqueologia de Ponent, 9.